Cuando el pasado 22 de octubre presenté a Daniel Valverde Miranda con motivo de la XVII Exaltación Mariana celebrada por la Hermandad de Coronación, fue para mí un enorme privilegio saludar públicamente a María Santísima de Gracia y Amparo del siguiente modo:
Ave, María, mira que estás guapa
Dios te salve llena de gracia, regálanos tu amparo
El Señor es contigo, es en ti y sin ti no sería
Bendita tú entre todas las molineras
Y bendito siempre el fruto de tu vientre:
Jesús de Humildad y Paciencia
María Santísima de Gracia y Amparo
Madre de Dios, elegida por el mismo Dios,
obra predilecta de su creación
Tú, que ayer acogiste a nuestros pequeños y, en ellos, a nosotros
Tú, que floreces cada mes de octubre y te vuelves rosa encendida de
primavera cuando el otoño ya pasea por nuestras vidas
Tú, que aquí naciste gitana y yo, yo te veo cada vez más refinada
Tú, que al final de todos los caminos que llevan a ti te vuelves
centro y principio de todas las cosas
Tú, que en este templo estás posada a la derecha de tu Hijo y esperas
siempre nuestra visita, la que casi nunca llega
Tú, que llenas tu paso de palio y lo haces tan gloriosamente tuyo que
no queda en él un hueco donde posar la mirada, salvo Tú
Tú, que te levanta la valiente, que te lleva la valiente, que te trae
de vuelta la valiente y yo, que pienso que para valiente ya estás Tú
Tú, que embelesas la mirada, que enamoras los corazones, que arrebatas
las pasiones, que eres pura, inmaculada
Tú, y a ti que te cantaré, cantaré, cantaré…
Ruega por nosotros, cofrades, sí, pero pecadores
Ahora y siempre hasta la hora de nuestra muerte
Amén
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