martes, 6 de junio de 2017

Yo he sido pregonero de Pasión

El tiempo templa los sentimientos y difumina los recuerdos, planteando con ello un difícil equilibrio a la hora de contar algo importante que ocurrió en el pasado.

Yo he sido pregonero de Pasión y no he dejado rastro alguno de lo que viví, de lo que sentí. Hacerlo en la semana posterior hubiera sido difícil, dejarlo mucho más dificultaría el relato. Han pasado poco más de dos meses y me empieza a preocupar seguir dejándolo, así que vamos allá.

Lo que para mí ha sido siempre la Hermandad de la Pasión históricamente lo he sabido yo y prácticamente nadie más. Desde el 25 de marzo lo saben algunos más, pues creo que mi pregón no fue más que eso: exponer lo que Pasión y sus Titulares son para mí, lo que han supuesto en mi vida. 

Sentirse pregonero es sentirse importante para un grupo de personas. A pesar de ello, creo que en Almería no hemos sabido darle a esto del pregón la importancia que merece, o a lo mejor es que quienes hemos pronunciado un pregón, en general, no hemos sabido hacernos acreedores de una mayor atención. Pero lo cierto es que escribir un pregón y subirse a un atril a defenderlo tiene un trabajazo tremendo a poco que quien lo haga lo afronte desde la responsabilidad. Yo no imaginaba la cantidad de horas que terminaría dedicando a este asunto.

Mi pregón para Pasión llegó a tener más de 8.000 palabras, aunque felizmente las reduje a poco más de 6.000. Fueron, lo tengo cronometrado, 40 minutos de lectura emocionada de unas palabras que salieron de lo más íntimo de mi corazón trabando emociones, removiendo recuerdos, agrandando afectos y borrando algún que otro desplante.

Me propuse que mi pregón tendría que ser el pregón que nadie más le podría escribir a Pasión y el pregón que yo mismo no le podría escribir a otra Hermandad. Y lo conseguí, porque fue muy mío y muy Pasión. Tan mío que se me fue un poco de las manos y terminé temblando ante mi audiencia, con la voz esfumada y los ojos inundados. Pero, ¿cómo no iba a asumir ese riesgo si estas cosas pasan una vez en la vida? Y parte de la culpa la tiene mi presentador, Ricardo Salvador, quien con una sencillez exquisita supo rascar donde muy pocos llegan a rascar. Claro, él sabe tanto de mí que en un momento me esbozó tal cual soy, con las cosas que me emocionan.

Eso sí, una vez que se toma la palabra debo decir que viví los 40 minutos más rápidos de mi vida. Es increíble la velocidad con la que pasa el tiempo mientras que lees el texto que con tanto cariño has preparado. 

En definitiva, se trató de algo inolvidable, algo que destacará siempre en mi biografía personal y un regalo enorme que me hicieron los miembros de la Junta de gobierno de Pasión, con quien me propuso a la cabeza, que pensaron que este hermano que ni tan siquiera se había impuesto la medalla podía hacer un pregón, el vigésimo, a la altura de una Hermandad que es santo y seña de la elegancia y el buen gusto en nuestra querida Almería cofrade.

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